Él la llevaba de la mano, caminaban lento y al compás mirando la noche. Habían pasado un buen rato juntos; cenaron, rieron, bailaron, hablaron muchísimo y ya era hora de ir a sus casas.
Dijeron las palabras exactas, en el tono correcto y las complementaron con eso que llaman un lenguaje corporal acertado. Supieron además, jugar con las miradas y uno que otro roce.
Al principio no me lo creía. Estaba loca por despertar del que según yo era un sueño; de varios días pero sueño al fin.
Ya se disponía a cambiarse de ropa e irse como había hecho las últimas veces. Ella le detuvo y le invitó con un gesto a sentarse junto a ella en la cama, a lo que él accedió.
Luego de unos minutos de incómodo silencio él acaricia su cabello y le dice:
-¿En serio vas a salir a la calle así? -Sí. -Ooook. Luego no digas nada cuando aparezca un freco’ en la calle. -¿Cómo que un freco’? ¿Ya una no tiene derecho a ponerse la ropa que quiera? -Dime algo, ¿cuando vas a la playa usas bloqueador solar? -Claro. -Y ¿por que lo usas? -Para que el sol no me queme, obvio. ¿Que tiene eso que ver? -Todo y nada…
¿Le habían dicho antes lo bien que le va el tono gris que ha tomado su cabello? ¿O lo bien que se ve con sus gafas de sol?
Espero ser la primera en decirle lo bien conservado que está. Sería incomodo preguntarle su edad, así que me conformaré con saber que está en algún punto entre los 30 y los 40.
-Y a ti, ¿desde cuando te gustan los “maduritos”? -Hasta donde sé AÚN no me gustan ¿por qué? ______
Par de líneas más tarde me doy cuenta que la preguntadera es debido a un estado que recién había puesto en Facebook donde me desbordaba describiendo a uno de los “maduritos” mejor conservados de Santo Domingo, a mi entender. Entre cualidades físicas y personales idolatraba al “madurito” en cuestión:
Algo bueno, que digo bueno, MARAVILLOSO que tiene esto del blogging es que puedes escribir lo que te dé la gana, sobre lo que te dé la gana, como te dé la gana y cuando te dé la gana. En esta ocasión me voy a valer de esos privilegios…
Llevo varios días tratando de encontrar explicación a lo inexplicable. Y aun no la encuentro. Creo que hay cosas que simplemente son como son, nos guste o no.
Si yo predicara con el ejemplo la mitad de las cosas que digo y/o escribo, sería la mejor persona del mundo. Pero no lo hago y no por eso dejan de ser verdades o consejos favorables o cosas en las que trabajo. Mi caso es como el de los médicos fumadores o los entrenadores que están en sobrepeso.