Ya se disponía a cambiarse de ropa e irse como había hecho las últimas veces. Ella le detuvo y le invitó con un gesto a sentarse junto a ella en la cama, a lo que él accedió.
Luego de unos minutos de incómodo silencio él acaricia su cabello y le dice:
Luego de unos minutos de incómodo silencio él acaricia su cabello y le dice:
-Eres preciosa. Me atrevería a decir que eres la mujer perfecta. Hermosa, inteligente, complaciente, entregada, fiel.
-Pero…
-No lo sé. Llegaste a mi vida en un momento de confusión. Un tiempo atrás, me habría ido contigo al fin del mundo y habría dejado de lado todo. Pero ahora…
-Ahora tienes a una dama y no quieres dejar de lado tu relación tan estable y bien aceptada por un capricho de cama.
-No eres un capricho de cama.
Eres lo que da sentido a toda la farsa que ha sido mi vida en estos años -Le dijo mientras se acercaba a su cuello- Eres la persona que venía a perturbar mis sueños todas las noches. Pero para mi desgracia solo a la luz del sol te tengo.
A mi edad, los hombres buscamos cosas tan diferentes. Aprendemos a fuerza de errores a enamorarnos como adultos: con la cabeza en lugar del corazón. Somo fríos, calculadores y a la hora de elegir a quien será nuestra señora no nos dejamos llevar por nuestros sentimientos ni por nuestras ganas. Lo hacemos en base al beneficio que podamos obtener. Buena familia, reconocimiento, estabilidad económica, seguridad… experiencia. Y esas son cosas que no se tienen en conjunto al estar con alguien de tu edad.
Estás en la mejor etapa de tu vida y no es justo que te la pases preguntándote que tiene ella que tú no, porque simplemente no tienes nada que envidiarle. Al contrario. Si ella contara con al menos la mitad de las cosas que me gustan de ti yo no estaría aquí engañándola contigo. No tendría que mentir y poner en juego mi matrimonio por unas horas contigo. -Se pone de pie y mirándola a los ojos pregunta:
¿Por qué estás conmigo? ¿Por qué entregas tanto si sabes que los beneficios no serán justos?
-No lo sé. Solo sé que conocerte ha sido un antes y un después en mi vida. Contigo estoy seguramente insegura. Y sé que mientras estoy aquí jugando a ser tu Marguerite Gautier podría estar viviendo cosas de mi edad. Esas relaciones bonitas con que todas sueñan a mi edad. Pero no quiero. Prefiero estos ratos de felicidad a vivir desconociendo esto. Amo la tensión, química, adrenalina, brujería o lo que sea que se desata cada que nos vemos. Se que no esta bien; que mañana maldeciré el momento en que puse mis ojos en ti y tú en mi. Pero hoy, hoy esto es la gloria… en compañía del mismo diablo.
Sé que nunca seré esa con quien vas al parque en compañía de tus hijos por las tardes. Ni la que te espera en casa y pregunta que tal fue tu día. Sé jamás me imaginarias vestida de blanco y demás cosas que con ella si tenias. Pero si estas aquí, conmigo, sin ella, es porque nada de eso te importa. Porque sabes que al final no te llena y necesitas de mi ayuda para sentir tu vida completa.
-Mi vida sería tan simple si tan solo pudiera fusionarlas.
Ella se ríe y le besa mientras acaricia su cuello y le susurra: De ser así la vida sería demasiado perfecta.
Él le besa la frente y se va. Hasta el próximo día por la tarde.
-Pero…
-No lo sé. Llegaste a mi vida en un momento de confusión. Un tiempo atrás, me habría ido contigo al fin del mundo y habría dejado de lado todo. Pero ahora…
-Ahora tienes a una dama y no quieres dejar de lado tu relación tan estable y bien aceptada por un capricho de cama.
-No eres un capricho de cama.
Eres lo que da sentido a toda la farsa que ha sido mi vida en estos años -Le dijo mientras se acercaba a su cuello- Eres la persona que venía a perturbar mis sueños todas las noches. Pero para mi desgracia solo a la luz del sol te tengo.
A mi edad, los hombres buscamos cosas tan diferentes. Aprendemos a fuerza de errores a enamorarnos como adultos: con la cabeza en lugar del corazón. Somo fríos, calculadores y a la hora de elegir a quien será nuestra señora no nos dejamos llevar por nuestros sentimientos ni por nuestras ganas. Lo hacemos en base al beneficio que podamos obtener. Buena familia, reconocimiento, estabilidad económica, seguridad… experiencia. Y esas son cosas que no se tienen en conjunto al estar con alguien de tu edad.
Estás en la mejor etapa de tu vida y no es justo que te la pases preguntándote que tiene ella que tú no, porque simplemente no tienes nada que envidiarle. Al contrario. Si ella contara con al menos la mitad de las cosas que me gustan de ti yo no estaría aquí engañándola contigo. No tendría que mentir y poner en juego mi matrimonio por unas horas contigo. -Se pone de pie y mirándola a los ojos pregunta:
¿Por qué estás conmigo? ¿Por qué entregas tanto si sabes que los beneficios no serán justos?
-No lo sé. Solo sé que conocerte ha sido un antes y un después en mi vida. Contigo estoy seguramente insegura. Y sé que mientras estoy aquí jugando a ser tu Marguerite Gautier podría estar viviendo cosas de mi edad. Esas relaciones bonitas con que todas sueñan a mi edad. Pero no quiero. Prefiero estos ratos de felicidad a vivir desconociendo esto. Amo la tensión, química, adrenalina, brujería o lo que sea que se desata cada que nos vemos. Se que no esta bien; que mañana maldeciré el momento en que puse mis ojos en ti y tú en mi. Pero hoy, hoy esto es la gloria… en compañía del mismo diablo.
Sé que nunca seré esa con quien vas al parque en compañía de tus hijos por las tardes. Ni la que te espera en casa y pregunta que tal fue tu día. Sé jamás me imaginarias vestida de blanco y demás cosas que con ella si tenias. Pero si estas aquí, conmigo, sin ella, es porque nada de eso te importa. Porque sabes que al final no te llena y necesitas de mi ayuda para sentir tu vida completa.
-Mi vida sería tan simple si tan solo pudiera fusionarlas.
Ella se ríe y le besa mientras acaricia su cuello y le susurra: De ser así la vida sería demasiado perfecta.
Él le besa la frente y se va. Hasta el próximo día por la tarde.